Declaración de la Red Europea de Mujeres Migrantes sobre la situación en Afganistán y los derechos de las mujeres y niñas afganas

Afganistán: ¿Por qué el mundo guarda silencio? A medida que la retirada de Estados Unidos y la OTAN de Afganistán llega a su fin, los talibanes y sus asociados han completado su rápida toma de la mayoría de los centros administrativos, las capitales de provincia y la capital de Afganistán. Con ello, las fuerzas talibanes están eliminando los avances, por frágiles que sean, logrados en los últimos veinte años y convirtiendo el país en un gemelo controlado por el Da’esh, donde el mero hecho de pensar en los derechos humanos es un oficio punible. La escala y el momento de este ataque no tienen precedentes y no pueden describirse más que como una invasión. Veinte grupos – entre ellos Al Qaeda y el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL/Da’esh)- luchan junto a los talibanes contra el pueblo afgano. Quienes pagarán el precio más alto por el brutal ataque serán -y ya lo son- las mujeres y las niñas. Las mujeres afganas -tanto dentro como fuera de Afganistán- conocen demasiado bien este precio. El mundo entero lo sabía, cuando en mayo de 2020, un hospital de maternidad fue atacado en Afganistán dejando 16 madres muertas. El mundo entero lo sabía cuando, en mayo de 2021, una escuela fue bombardeada, causando la muerte de 90 niñas y heridas a muchas más. Entonces, ¿por qué el mundo observo en silencio como las tropas talibanes entraban en Kabul, la capital de Afganistán y el último refugio al que ya habían huido miles de sus ciudadanos en busca de la salvación del brutal régimen del que no forman parte, ni desean ser esclavizados? La estrategia de los talibanes y sus cómplices no debería dejar a nadie en duda: están aquí para esclavizar a las mujeres y las niñas y para matar a quienes se atrevan a resistirse a esta esclavitud. Desde que tomaron la capital, Kabul, los talibanes han emitido declaraciones en los medios de comunicación en las que afirman que todo el mundo está a salvo y no sufrirá ningún daño, pero para el pueblo de Afganistán, que ha tenido experiencia con ellos en los años 1996-2001, esto es solo una declaración destinada a calmar la situación y apaciguar a la comunidad internacional por ahora. El pueblo de Afganistán lo sabe mejor: La intención es matar a las minorías étnicas y religiosas, a los periodistas, a los defensores de los derechos humanos, a los profesores. Y mientras matan y esclavizan, aterrorizaran, infundirán miedo y eliminaran la esperanza. Y la esperanza más peligrosa de todas es la de las mujeres afganas: vivir en un país de paz, libre de la violencia masculina, de la dictadura religiosa conservadora y de la corrupción patriarcal; un país del que las mujeres y las niñas afganas no tengan que huir y convertirse en refugiadas. Ahora esta esperanza se está destruyendo delante de sus ojos. El régimen talibán es incompatible con los derechos humanos de las mujeres “Quiero volver a la escuela con más fuerza que antes y continuar mis estudios”, ha dicho Fatima Noori, una estudiante adolescente del instituto Sayed Ul-Shuhada que fue bombardeado el 8 de […]