«Mamá, la está violando»

Estas fueron las palabras que una hija gritó a su madre para salvar a una joven de las manos de su agresor. El titular indicaba: Investigan una presunta agresión sexual a una adolescente a plena luz del día en un aparcamiento de un centro comercial. Algunos recordaréis esta noticia que dio mucho que pensar, dado que no era la clásica historia -insertada en el ideario colectivo- del ataque sexual que ocurre de noche en un callejón oscuro. Fue el caso de una joven que, al igual que todas, pensaba poder ir a comprar al supermercado acompañada de un hombre, sin correr riesgos. Precisamente por eso, porque es un supermercado. Sabemos que existen protocolos de actuación y puntos de atención en contextos de ocio o de fiesta. ¿Deberíamos promover una guía similar para ir a hacer la compra? Pues llegados a este punto igual sí, porque solemos estar alerta cuando salimos tarde; miramos detrás por si alguien está sospechosamente cerca justo cuando hay menos luz. Sabemos que tenemos que avisar cuando llegamos a casa por si alguien nos agrede, pero a ninguna se le pasa por la cabeza la posibilidad de sufrir una violación detrás del supermercado, repleto de cámaras y con los vecinos y los trabajadores pasando a pocos metros de nosotras. Durante el primer trimestre del año 2023, se registraron 4.303 delitos contra la libertad e indemnidad sexual, según el Balance de Criminalidad del Ministerio de Interior. Si vamos un poquito más lejos, veremos que se desglosa en dos apartados: 1.021 violaciones (“agresión sexual con penetración”) y 3.282 para el resto de los tipos penales (“resto de delitos contra la libertad sexual”). Es una cifra que, en comparación con el primer trimestre del año anterior, incrementa en un 16,9%, pero ¿es esta cifra necesariamente negativa? El Ministerio del Interior argumenta que el incremento refleja “las activas políticas de concienciación y de reducción de la tolerancia social y personal frente a este tipo de hechos delictivos”. Es decir, existiría gracias a las diversas actuaciones institucionales “una mayor disposición de las víctimas a denunciar los mismos”, luchando de esta manera contra el fenómeno de la “infradenuncia”, predominante entre las víctimas de violencia de género por temor a represalias, prejuicios y estigma social. Según una encuesta realizada por el CIS del 20 al 25 de enero de 2023, las tres principales razones por las que la víctima no denuncia son: por miedo al agresor (45,1%), por vergüenza (15,7%) y por miedo a que no la crean (14,5%). Parece que siempre hay una razón por la cual no hace falta asustarnos: si los porcentajes bajan, es signo de que las medidas públicas funcionan y la criminalidad disminuye. Por otra parte, si las cifras aumentan resulta que no tiene por qué haber una alarma social, esto es síntoma de que las políticas de sensibilización social funcionan, las mujeres se sienten más seguras para denunciar a su agresor y por eso se registran más denuncias. ¿Predomina cada vez más la tolerancia cero en la sociedad o están realmente aumentando los atentados contra la integridad sexual? Estos datos dejan sin lugar a duda cuestiones sin resolver […]

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