La educación como estrategia de prevención y protección frente a las violencias sexuales

Observamos a diario, en los diferentes medios de comunicación y en nuestro círculo más cercano, cómo en los últimos tiempos se está produciendo un importante aumento de abusos, agresiones y violaciones cometidas por adolescentes (siendo alarmante el hecho de que, cada vez en mayor medida, estos ataques se dan en manada). Asimismo, existe un aumento de las agresiones físicas y psicológicas de estos mismos adolescentes hacia sus novias y/o exnovias. ¿A qué puede deberse tal situación? ¿Cómo podemos combatirla? Pues bien, respecto a la primera cuestión, parecen ser múltiples las causas. Sin embargo, numerosos especialistas en esta problemática ponen el foco de atención en los estereotipos de género. Estos, reducen a la mujer a un objeto poseído por el hombre, a una propiedad, de manera que pueda ser objeto de uso y de abuso sexual. Podemos identificar claramente estos estereotipos de género en la pornografía, siendo el consumo de esta cada vez mayor por los jóvenes y a edades más tempranas. La pornografía, en su mayoría, normaliza esquemas sexuales violentos y de dominación sobre las mujeres, siendo estas representadas como meros objetos sexuales, en situaciones humillantes y vejatorias. Así, los jóvenes interiorizan tales prácticas y pasan a considerarlas como normales, adquiriéndolas en su propia experiencia personal con sus iguales. En cuanto a la segunda cuestión, es evidente cómo la desinformación o, mejor dicho, la falta de una adecuada información, lleva a que los menores y adolescentes aprendan a lo largo de su crecimiento patrones de comportamiento machistas y denigrantes hacia las mujeres, los cuales se les han presentado como admisibles. Así, la medida más directa de la que podemos hacer uso para solventar o hacer frente a esta situación es, sin duda, la educación. La prevención y protección de la violencia frente a las mujeres es una cuestión que compete a todo el conjunto de la sociedad y, con mayor intensidad, a las familias y centros educativos. Entre las claves para el establecimiento de un adecuado sistema de valores, encontramos dos vertientes educativas diferenciadas: una educación en materia de afectividad y sexualidad, a través de la cual los adolescentes puedan llegar a entender la sexualidad como un constructo donde se involucran aspectos biológicos, psicológicos y socioculturales; y una educación en materia de relaciones interpersonales, donde se promueva la igualdad de género, la comunicación, la solución democrática de conflictos, el control de la impulsividad y la solidaridad hacia los demás. No debe extrañar, por tanto, la reforma de la Ley de Responsabilidad Penal del Menor, la cual se recogerá en la redacción final de la Ley Orgánica de Garantía Integral de Libertad Sexual, en la cual se expone que, todos los adolescentes condenados por delitos contra la libertad sexual tendrán, con independencia de la pena principal que se les imponga, la obligación legal de someterse a programas formativos en materia de igualdad y sexualidad. De este modo, los profesionales a cargo tendrán la obligación de ordenar la realización de estos cursos de reeducación en las sentencias penales de ámbito sexual, contra menores de 14 a 17 años que se dicten en el territorio español. Además, dentro de esta Ley Orgánica de […]