Más allá del estigma: la crucial necesidad de entender el suicidio como un problema de salud pública

El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y, por ello, desde Por Ti Mujer no queremos dejar de visibilizar esta realidad tan importante que nos afecta a todos/as como sociedad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023), más de 700.000 personas mueren por suicidio cada año, y por cada suicidio se llega a estimar que existen 20 intentos. Concretamente en España, según los datos provisionales publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 la trayectoria ascendente desde el 2018 del número de muertes por suicidio, ha descendido en un 6,5%, pasando de 4227 muertes en 2022 a 3952, lo que supone que se suicidan de media unas 10 personas al día. Si bien se debe valorar esta reducción como algo positivo, no deben de relajarse los esfuerzos para la prevención e intervención de esta realidad, ya que las cifras continúan siendo desgarradoras y el suicidio se sitúa como la segunda causa de muerte por razones externas, únicamente por detrás de las caídas accidentales. En base a ello, cuando hablamos de suicidio, y es importante hablar de él, debemos tener en cuenta que puede ocurrir en cualquier etapa de la vida de la persona y se trata de un fenómeno multicausal, el cual resulta complejo explicar. En este sentido, conviene señalar que no son la consecuencia de un único factor, sino que éstos son múltiples y diversos, entre ellos, la salud física y mental, factores económicos, sociales y culturales, y constituyen un papel importante a la hora de abordar el estudio y comprensión de las conductas suicidas. En muchas ocasiones, cuando nos llega la noticia de que una persona se ha suicidado, el imaginario colectivo nos lleva a pensar en alguien que “no estaba mentalmente bien” o que era “débil”. Igualmente, consideramos estos comportamientos como algo lejano, que a una/o misma/o no le puede suceder y que sólo se da fuera de nuestro entorno personal. Ello, no es nada menos que el resultado de los estereotipos y mitos que rodean al suicidio. Además, debido al estigma que marca esta conducta, especialmente a las creencias culturales y/o religiosas, en algunos casos, la persona no muestra evidencias claras de que puede estar en una situación de riesgo. En consecuencia, evita hablar de sus emociones, generando, todo esto, sentimientos de culpa y vergüenza que incrementan el aislamiento y la alejan de pedir ayuda. Por tanto, si bien existe un vínculo entre este y las condiciones de salud mental, en específico la depresión, tal y como se mencionó, existen otros múltiples factores de riesgo. Entre ellos, el duelo ante la pérdida de un ser querido, los sentimientos de soledad, las experiencias de discriminación, los problemas económicos, el dolor y las enfermedades crónicas, la violencia u otras emergencias humanitarias, que dan lugar a una situación de mucho sufrimiento, angustia y desesperanza intensa, dónde la propia persona no encuentra un camino alternativo. Como entidad que trabaja con mujeres migrantes, y víctimas de violencia de género, tenemos que tener presente esta realidad, pues las vivencias por las que se ven obligadas a desplazarse de su país de […]

Origen