Sin genero de dudas
Acabar con la violencia económica estructural sobre las mujeres
Hablemos de dinero; o más bien, de su carencia y de lo que provoca. Hablemos de cómo el empobrecimiento sirve de brazo ejecutor de un sistema extractivista aferrado a la desigualdad y a la privación de recursos de vida a una parte importante de la población y territorios. Hablemos de violencia económica estructural, la estrategia orientada a establecer un determinado disciplinamiento social que se ceba en las mujeres, como una forma de control y explotación que limita su emancipación. Hablemos de poder capitalista y patriarcal; o mejor aún, de cómo subvertirlo y de generar alternativas emancipadoras desde las políticas municipales.
Este fue el subtexto que acompañó mi participación en la edición de la jornada sobre ‘Converses Feministes’ del Ayuntamiento de Barcelona, que tuvieron lugar el pasado fin de semana en el Centre cultural del Born. Una estupenda oportunidad para seguir compartiendo diálogos abiertos, reflexiones y propuestas entre feministas, que adquiere mayor relevancia en el contexto actual, de amenaza directa a los derechos humanos y al avance de las políticas de igualdad.
Una de las cuestiones más repetidas en este evento fue la referencia a las tres décadas transcurridas de lo que se considera la hoja de ruta más visionaria para el avance jurídico, social y económico de los derechos de las mujeres en el mundo: el balance de Beijing+30, que deja grandes claroscuros. El balance muestra avances: más mujeres en puestos de liderazgo, expansión de la educación de las niñas y mejora en algunos marcos legales fundamentales para promover la igualdad de género, así como los derechos y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Y, sin embargo, las mujeres siguen enfrentándose a barreras y obstáculos como la todavía escasa representación en puestos de liderazgo, las normas sociales y estereotipos arraigados que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres, agravadas por las diferentes formas de violencia de género que sigue siendo el principal problema generalizado que atenta contra la vida y el bienestar físico, mental y económico de las mujeres, en todas las regiones del mundo.
La violencia socioeconómica contra las mujeres se incluyó a través del Convenio de Estambul como parte de la violencia de género, tipificando con ello la violencia económica como un delito; en ese mismo sentido se incluyó también en la renovación del Pacto de Estado contra la violencia de género, realizada en febrero de 2025, por la que se amplían las medidas a 462 y las tipologías de violencia, incluyendo la violencia vicaria, la violencia económica y la violencia digital. Se trata de una ampliación muy necesaria, que cuenta también con un aumento del 50% en la dotación presupuestaria; no obstante, al estar enmarcada la violencia de genero en las relaciones afectivas o sentimentales, resulta insuficiente. En este contexto, se produce violencia económica cuando se excluye o restringe el acceso de las mujeres a los recursos monetarios y patrimoniales, con la intención de ejercer sobre ellas un control y hacerla depender económicamente de una relación de pareja tóxica, cercenando sus oportunidades de emancipación. Un 11,5% de las mujeres mayores de 16 años ha sufrido violencia económica por parte de su pareja o expareja, es decir, control y limitación del acceso a recursos financieros, como el acceso a la cuenta bancaria e impedimentos para acceder a necesidades básicas, sabotaje laboral, acoso, explotación económica o impago de las pensiones alimenticias (comportamientos tipificados ya como delito).
Sugiero ampliar el foco de atención hacia el empobrecimiento generalizado de las mujeres en el mundo; se trata de una violencia económica estructural dirigida al disciplinamiento en un determinado estatus quo y orden de género que explica la cronificación de las desigualdades económicas que se ceban en las mujeres y las niñas y que frenan su empoderamiento y su participación económica plena mientras florece, alimentada directamente por la pobreza monetaria, la trata y tráfico de seres humanos como segundo gran negocio mundial tras el tráfico de armas y a la par del narcotráfico.
Tres cuartas partes del mercadeo de personas lo son con fines de explotación sexual, el 98% son mujeres y niñas, cada vez más jóvenes y consumibles. Es una realidad brutalmente deshumanizante que hay que confrontar abierta y explícitamente.
El empoderamiento económico de las mujeres es clave para la salud, el bienestar, el desarrollo y la prosperidad general; requiere de un compromiso firme con la eliminación de la precariedad y de la pobreza, en su múltiple dimensión y una apuesta decidida por la inclusión financiera, la cooperación multinivel y el emprendimiento colectivo y social liderado por mujeres como sujetos económicos de pleno derecho. Poner la atención y movilizar recursos para garantizar condiciones materiales dignas a la mitad de la humanidad es un desafío importante para acabar con la violencia económica estructural.
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20 años de Congresos de Economía Feminista
Se cumplen 20 años de Congresos de Economía Feminista en el Estado español. Se dice pronto, aunque el recorrido ha sido intenso, lleno de contenido y han tenido que ir adaptándose a un contexto de complejidad creciente; repasando las citas, creo no haberme perdido ninguna cita de las que ha ido nutriendo la agenda de la economía feminista.
Los Congresos de Economía Feminista han estado promovidos por la red de Economía Feminista de ámbito estatal desde el año 2005. Se trata de convocatorias bianuales que han ido alternándose con los Congresos de Economía Crítica, que es desde donde se empezó a materializar la necesidad de una convocatoria específica de análisis y alternativas desde la economía feminista. En todas las ediciones de los Congresos de Economía Feminista se han congregado numerosas personas, mayoritariamente mujeres, procedente del ámbito académico, del activismo feminista y también del tercer sector y otras economías alternativas. En la edición de 2025 se cumplen 20 años de Congresos de Economía Feminista en el estado español; será la IX en el recuento oficial de los Congresos de Economía Feminista y tendrá lugar en Sevilla, propiciada por la UPO-Carmona, recogiendo el testigo y las semillas de las ediciones anteriores.
La primera edición se celebró en Bilbao (2005), y las siguientes ediciones y jornadas inter-congresos tuvieron lugar en Zaragoza (2007), UPO-Baeza (2009), Madrid (2011), UPO-Carmona (2013), Vic (2015), Madrid (2017), Valencia (2019), Bilbao (2021) y Barcelona (2023). En todas las ediciones se consiguieron unos excelentes resultados en cuanto a asistencia, participación investigadora y debate social, que ha ido aumentando progresivamente; la última edición, en Barcelona, contó con la participación de 500 personas de diferentes países; anteriormente, la edición de Valencia, previa a la pandemia, había reunido a más de 300 participantes, y la edición posterior a la pandemia, la de Bilbao, consiguió un aumento de la participación, abriendo su formato a la modalidad online.
La convocatoria del IX Congreso de Economía Feminista se encuentra un contexto de creciente complejidad con giros bruscos de la geopolítica y amenazas directas a la democracia, los derechos humanos, las mujeres y la igualdad. Una cita ineludible para reforzar, ahora, más que nunca, losa avances conseguidos en materia de derechos y la urgente necesidad de alternativas y transformaciones feministas de la economía, el cambio de paradigma hacia la sostenibilidad de la vida y un nuevo contrato social. El IX Congreso tendrá lugar en Sevilla-Carmona, del 2 al 4 de Octubre de 2025.
Inscripciones con pago reducido hasta el 15 de abril.
14 ejes temáticos son los que están previstos abordar en la IX edición del Congreso de Economía Feminista:
- Epistemologías y metodologías en las economías feministas
- Ecofeminismos, agroecología, soberanía alimentaria y ruralidades
- Cuidados, interdependencia y vulnerabilidades
- Tiempos y trabajos
- Entidades, emprendimiento y alternativas organizacionales
- Economía popular, social y solidaria feminista
- Políticas públicas,fiscalidad y presupuestos
- Deuda y financiarización
- Tecnologías y economías digitales
- Economía política global, desarrollo y cooperación
- Desmontando el neoliberalismo y la extrema derecha
- Politización del malestar, resistencias, re-existencias y horizontes emancipatorios
- Enseñanza y prácticas docentes en economía feminista
- Violencias machistas en perspectiva económica
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8 de marzo: derechos para todas las mujeres
Las mujeres seguimos estando en todas partes y la amenaza explícita del machismo y la violencia sexual pone en riesgo nuestros derechos humanos; por ello, un año más, este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, alzamos la voz desde diferentes lugares del mundo para clamar por nuestros derechos, derechos para todas las mujeres y las niñas. Por mí, por ti, por nosotras, por ellas, por las que ya no están.
No corren buenos tiempos para las mujeres ni para el necesario avance de la igualdad; la amenaza global de la ultraderecha y la ola reaccionaria de los grupos misóginos y antifeministas se ha hecho real; ya gobiernan en algunas de las plazas institucionales representativas de lo que pretende sea el nuevo ‘orden mundial’ y han entrado en los parlamentos de un gran número de Estados, lo que está propiciando la normalización de las ultraderechas. Desde esos púlpitos inyectan su odio, su revanchismo y violencia, negando la existencia de violencias machistas y votando en contra de los derechos de las mujeres y de los derechos humanos. La voz de las mujeres ha sido silenciada de cuajo en Afganistán, y mientras tanto, en la Unión Europea, una cuarta parte de los estados miembros siguen sin ratificar el Convenio de Estambul, el principal instrumento legal para combatir las violencias contra las mujeres y niñas.
Han pasado 30 años desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y la aprobación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing 1995 en la que se establecieron compromisos importantes y concretos para el avance efectivo de los derechos de las mujeres y las niñas en doce ámbitos estratégicos: pobreza, educación, salud, violencia, economía, toma de decisiones, derechos humanos, medios de comunicación, medioambiente, infancia y conflictos armados; si bien ha habido algunos avances, en ninguno de esos ámbitos se han alcanzado los objetivos a los que se comprometieron los 189 países firmantes de la Declaración de Beijng. Ese mismo camino parece seguir la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y particularmente el objetivo de la igualdad de mujeres y hombres, ODS5; de hecho, ningún indicador del ODS 5 ha alcanzado la meta o está en vías de alcanzarla; algunos derechos están en grave riesgo de involución, como los derechos sexuales y reproductivos y otros como los derechos económicos de las mujeres siguen quedándose fuera de las agendas políticas, económicas y de negociación sindical en gran parte del mundo.
Este 8 de marzo discurre en un contexto difícil, complejo, rearmándose para la guerra, en contra del sentido común y la sostenibilidad de la vida y con una miopía patriarcal creciendo en parte de la población masculina, que sigue haciendo como que ‘no ve’ y no percibe la desigualdad. Por ello, más que nunca, este 8 de marzo nos interpela directamente a la acción colectiva y reivindicativa por los derechos de todas, a volver a tejer alianzas múltiples para recorrer el camino juntas, por la igualdad y para que los derechos humanos arropen las vidas de las mujeres y de las niñas en todo el mundo. Somos el 52% de la población, no lo olvidemos. Exijamos juntas este 8 de marzo derechos para todas, más feminismo y más democracia y que la igualdad impregne las agendas políticas, económicas y sociales, que llegue a los corazones y se reivindique de manera decidida, con recursos y financiación suficiente y una hoja de ruta para la justicia redistributiva.
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Un 8M por la Corresponsabilidad
Un 8M por la corresponsabilidad o cómo implicar a los hombres contra la desigualdad es el título de la entrevista que me hizo Carmen Reina con motivo del 8M y de la conferencia que realizaré el próximo 12 de marzo en Córdoba: Claves para avanzar en Igualdad: cuidados y corresponsabilidad tras la cual se realizará una mesa redonda sobre el tema con Isabel M Sánchez Cabeza, Walada de la Mata y Belén Milán Pérez.
Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, el manifiesto que se leerá en Córdoba tras la manifestación volverá a reclamar que las tareas de los cuidados familiares y sociales no recaigan mayoritariamente en las mujeres, poniéndolas en desventaja -en desigualdad- frente a los hombres en el resto de ámbitos de la vida. Se reclamará la igualdad real en la vida de mujeres y hombres, contra esa brecha de base que expertas señalan cómo afecta al resto de ámbitos y donde es clave la participación corresponsable de los varones. Clave en ese “equilibrio de tiempos” que también centra y se reclama desde el programa de actividades del Ayuntamiento de Córdoba por este 8M.
“A día de hoy, avanzar en igualdad es dar el salto de la conciliación a la corresponsabilidad”. Quien realiza esta afirmación es la economista y experta consultora de género Carmen Castro García, impulsora en su día de la petición de permisos igualitarios por nacimiento o adopción para hombres y mujeres, precisamente para equilibrar esos tiempos de cuidados. En unos días, pronunciará en Córdoba una conferencia para abordar los cuidados y la corresponsabilidad como claves en el avance hacia la igualdad entre mujeres y hombres que se reivindica el 8M y, sobre ello, ha avanzado algunas claves en conversación con Cordópolis.
“La necesidad de conciliación nos afecta a todas las personas, conciliar los tiempos de responsabilidades laborales, familiares, las personales y las sociales. Y ahí surge ‘la casualidad’: hay una gran brecha entre quienes tienen dificultad para hacerlo que son, fundamentalmente, las mujeres. Entre los hombres, hay una especie de ‘miopía’: no ven la necesidad de implicarse, no llegan a verlo, no lo perciben”. Por eso, advierte, es clave esa implicación de los varones en la lucha contra la desigualdad de género.
Se trata de que la población masculina vea esa necesidad de equilibrar las tareas de cuidados, de involucrarse y de cómo el mayor coste que asumen las mujeres actualmente por ello, genera la brecha de desigualdad entre géneros. “Esa brecha de género por el factor cuidado es determinante e influye en otras brechas, donde las mujeres están en situación desventaja”, explica Castro García. “Y eso no está resuelto, los indicadores nos dicen que la brecha de género no se reduce. Se sigue asentando la división sexual del trabajo y los roles que hemos aprendido de manera diferente mujeres y hombres”.
‘Miopía’ para ver la desigualdadY los datos lo avalan: en edades entre los 30 y 45 años, son seis de cada diez las mujeres que se ocupan prácticamente en exclusividad de las tareas domésticas, cuando en los varones no llegan ni al 15%, muestra esta experta. Y eso se agrava, avisa, con la educación: “En general, a los niños, los jóvenes y los hombres adultos no se les ha educado para aprender a ver la desigualdad”. “Esa ‘miopía’ se acaba convirtiendo en una característica bastante generalizada en la población masculina y no perciben esa desigualdad”.
¿Qué hacer ante esta realidad? ¿Cómo cerrar esa brecha de género? Esta experta en modelos de bienestar y políticas de igualdad aboga precisamente por que la sociedad sea capaz de “explicitar cómo atender las necesidades de cuidados” de todas las personas, cómo hacerlo, cómo organizarlo, con qué políticas y cómo repartir equilibradamente ese tiempo de dedicación entre mujeres y hombres. “Porque si no, se actúa por inercia, y la inercia de lo aprendido es que las mujeres sean las que se ocupen de eso”.
En esa búsqueda del reequilibrio de los tiempos, de la corresponsabilidad, está el uso de los tiempos como un factor clave. El Instituto Nacional de Estadística (INE) no publica una encuesta sobre el empleo del tiempo a nivel nacional desde el año 2010: “El estudio de los usos del tiempo es un indicador clave para ver cómo están cambiando, qué hacemos las mujeres y los hombres respecto al tiempo de trabajo, de descanso, de cuidados, de ocio, de tareas domésticas…”.
Muchos indicadores, por ejemplo de empleo, muestran esa realidad, con la temporalidad mayoritaria en trabajos de mujeres por no poder dedicar más tiempo a causa de sus ocupaciones en el hogar y los cuidados, o directamente en la tasa de población inactiva o de población que menos tiempo dedica al ocio.
Acción de instituciones, empresas y sociedad civil contra la brecha de género“¿Cómo dar ese salto de la conciliación a la corresponsabilidad? Asumiendo que ese camino a la igualdad requiere la responsabilidad colectiva, el aportar y hacernos corresponsables de cómo organizarnos, para no consentir que la brecha de género se quede ahí por inercia”, sostiene Castro García.
Y en ese objetivo, se trataría de aunar “conjuntamente la acción de las instituciones, las empresas, la sociedad civil, hombres y mujeres”. Y algo muy importante para sentar las bases de ese cambio: “Hay que incorporarlo en la estrategia de cómo educamos a niños y niñas, en aprender el cuidado, la empatía, el amor. Entonces, tendremos jóvenes que reproduzcan en menor medida comportamientos tóxicos”.
Para esta experta, la acción es de toda la sociedad, pero “las administraciones públicas deberían estar facilitando un paraguas de posibilidades, de protección de derechos, porque el cuidado también es un derecho. Y cuando eso no se facilita desde los servicios públicos y no está a tu alcance económicamente, pues se hace como siempre: lo hacen las mujeres”.
Experiencias para la corresponsabilidad hay, recuerda precisamente sobre cómo un cambio legislativo para hacer igualitarios los permisos por nacimiento o adopción provocó que los hombres que han sido padres se impliquen y ejerzan esa corresponsabilidad en los cuidados de los hijos. “Hay políticas públicas que nos dicen que es posible influir, acelerar cambios de comportamientos hacia una mayor corresponsabilidad”.
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Historia de la Teoría Feminista, XII edición
Empieza el año con el inicio de una nueva edición del curso de Historia de la Teoría Feminista que dirige Rosa Cobo Bedía desde la Escuela Feminista Celia Amorós de la Red Académica Internacional de Estudios sobre Prostitución y Pornografía (RAIEPP). Se trata de un curso interdisciplinar que recoge una amplia retrospectiva de la tradición intelectual de la Teoría Feminista desde sus orígenes hasta los debates actuales del siglo XXI. Será ya la XII edición de este programa formativo, coordinado por Emelina Galarza, que se desarrollará durante 13 sesiones monográficas, íntegramente on line.
Entre el profesorado del curso Historia de la Teoría Feminista se encuentran un buen número de ponentes, académicas, activistas y expertas feministas: Rosa Cobo, Beatriz Ranea, Laura Nuño, Antía Pérez Caramés, Ana Iglesias Galdo, Luisa Posadas Kubissa, Carmen Castro García, Belén Fernández Suárez y Alda Facio.
Programa y profesorado del curso Historia de la Teoría Feminista:
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No todos los hombres, pero demasiados…
Antes de finalizar el año, comparto el artículo de mi colaboración de diciembre con Alternativas Económicas: No todos los hombres, pero demasiados … La ilustración es una creación de Elisa Biete Josa.
El 95% de quienes cometen agresiones contra la libertad sexual son hombres y, en el 90% de los casos, son mujeres o niñas las víctimas de dichos comportamientos. También son hombres el 90% de quienes abusan sexualmente de menores en sus propios entornos familiares.
Algo pasa con los hombres, pero no, no son monstruos. Son hijos sanos del patriarcado, socializados para ser considerados los reyes del mambo allí donde estén, sabiéndose depositarios del privilegio patriarcal de tener la autoritas permanente para lo que sea necesario y la gran coartada de género: el pacto entre caballeros con el que se aseguran el monopolio de poder masculino y vía libre para disponer de los cuerpos y sexualidad de las mujeres. Son producto de una masculinidad tóxica todavía presente: Strauss-Kahn, Plácido Domingo, Woody Allen, Donald Trump, Dominique Pellicot, José Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo, Ángel Boza, Jesús Escudero, Antonio Manuel Guerrero, Harvey Westein, Gérard Depardièu, Ismael Álvarez, Íñigo Errejón, Luis Ábalos, Rafa Mir, Santi Mina, Rubén Castro, Luis Rubiales y Diego Yllanes, entre otros depredadores sexuales.
Ningún ámbito se queda fuera del alcance de la violencia machista: se cuela en las relaciones sexoafectivas, en las laborales, independientemente del sector en el que trabajes, sea la hostelería, universidad, ocio, deporte, producción cultural, intelectualidad o el artisteo, cine, teatro y también en los espacios de militancia y participación política, sindical, activismo social, e incluso en los espacios comunitarios y de transformación ecosocial. El hecho de no abordarla explícitamente no la hace desaparecer, más bien facilita que se siga reproduciendo con diferentes niveles de intensidad: tocamientos, sobeteos, chistes, minusvaloración, chantajes sexuales, prácticas de acoso, abuso sexual y violaciones.
La misoginia interiorizada explica que la vergüenza y señalamiento se dirija hacia quienes son objeto en vez de a los sujetos de dichos comportamientos, prejuzgándolas a ellas de haberles provocado, de ser unas exageradas, de no saber encajar las bromas o de no valorar ser las elegidas de algún él para dar cumplimiento a sus deseos.
Un total de 14 violaciones y 55 agresiones sexuales se denuncian cada día en España y solo es la parte visible del iceberg de la violencia estructural que se ejerce contra las mujeres y las niñas. Las denuncias por violación han aumentado en el 7% en el primer semestre de 2024, con un total de 2.465 denuncias tramitadas. Todo ello tiene un coste monetario, que se estima en unos 8.000 millones de euros al año, y solo es una primera aproximación. Hay que añadir la pérdida de ingresos, la menor producción, el deterioro de salud, de bienestar y de calidad humana.
Una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de violencia o agresión machista a lo largo de su vida; convendría preguntarse, si ni tú ni tus amigos habéis sido, entonces, quién.
Que la vergüenza cambie de bandoSiempre ha habido mujeres que han alzado la voz, diciendo ¡basta! Cada una de ellas ha abierto puertas para muchas otras. Desde 2017 se ha ido convirtiendo en un clamor social; las manifestaciones masivas y las huelgas feministas aglutinaron parte de la rabia social por las violaciones colectivas y agresiones sexuales.
En retrospectiva, la evolución de la denuncia pública permite entenderlo prácticamente todo: 1) hemos ido pasando del #HermanaTeCreo con el que se abrió una enorme ventana de apoyo a las víctimas de agresión cambiando el foco del cuestionamiento hacia los agresores; 2) con el #MeToo y #cuéntalo la dimensión de la violencia de género y violencia sexual contra las mujeres se extendió de tal manera que puso en evidencia que ni es una excepcionalidad ni son casos aislados, sino signos evidentes de una sociedad fallida, de un sistema enfermizo que utiliza la violencia hacia las mujeres, el 52% de la población, como estrategia para mantener un determinado estatus y jerarquía de género; 3) el grito del #SeAcabó colectivo trascendió el ámbito del deporte interpelando a toda la sociedad, al convertir la reacción a una agresión individual en un problema político para la transformación social.
#QueLaVergüenzaCambieDeBando es el contundente mensaje y denuncia que actualmente traslada la entereza y dignidad de Gisèle Pelicot al denunciar y enfrentarse a su agresor permanente, su marido, y a los más de 50 depredadores sexuales que durante al menos 10 años la violaron, sintiéndose impunes e invencibles, como probablemente se sientan también los puteros que abusan de las mujeres prostituidas o vendidas por las redes de mercadeo de personas.
Cuanto más alcance y contundencia tiene la voz de las mujeres en esta denuncia pública, mayor es el músculo social del movimiento feminista que las arropa y mayor es también la reacción y la violencia del rearme patriarcal.
Hablemos de responsabilidad colectivaDecía Audre Lorde: «No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas», y es ese compromiso el que necesitamos hacer extensivo, apelando a la responsabilidad colectiva de ser parte de la solución, desmontando el negacionismo de género, las relaciones de desigualdad y la cosificación de las mujeres.
Quienes defendemos modelos de convivencia y de relaciones alternativas al sistema económico actual, desde el principio de equivalencia humana, asumimos el deber moral de cuidar y poner atención para que nuestros entornos de trabajo y de activismo sean espacios seguros, de confianza y libres de violencia machista.
La despatriarcalización de las organizaciones es el reto, y la empatía es clave para humanizar las miradas, identificar y corregir pautas de comportamiento patriarcales (como el mito de la libre elección cuando lleva a reforzar la violencia machista). Pretender una justicia restaurativa requiere desmontar la violencia económica estructural y ser consciente de que la discriminación de las mujeres retroalimenta uno de los negocios globales del neoliberalismo patriarcal: el mercado transnacional de mujeres y niñas que provee de cuerpos-mercancía a la industria de la explotación sexual.
Las organizaciones transformadoras no pueden ponerse de perfil ante esta realidad; los códigos de conducta y buen trato, los protocolos de prevención y respuesta ante el acoso sexual y por razón de sexo, la formación y sensibilización son mecanismos necesarios, pero aún insuficientes. Urge acabar con el silencio cómplice y escuchar a las mujeres, saber de sus malestares y actuar para diluirlos.
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