
El 10 de octubre se constituye como el Día Mundial de la Salud Mental, un momento crucial para visibilizar la importancia del bienestar psicológico y su impacto en la calidad de vida de las personas. La salud mental es un componente esencial del bienestar integral y se define, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), como “un estado de bienestar mental en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Esto implica que la salud mental no se limita únicamente a la ausencia de problemas psicológicos, sino que abarca la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el acceso a tratamientos integrales que favorezcan la recuperación de las personas. A nivel mundial, los trastornos mentales afectan a una proporción considerable de la población. La OMS estima que una de cada ocho personas padece algún trastorno mental, lo que equivale a más de 970 millones de personas en todo el mundo (OMS, 2019). Es más, casi 3 millones de personas tienen un diagnóstico de depresión en España, lo que la convierte en el trastorno mental más prevalente en nuestro país (Fundamed, 2021). A pesar del incremento en la concienciación sobre la salud mental, los sistemas de salud han fracasado en responder efectivamente a las necesidades de quienes padecen estos trastornos y, a menudo, carecen de los recursos necesarios. Existe una brecha significativa entre la demanda de tratamiento y su disponibilidad, y cuando esta se ofrece, con frecuencia es de baja calidad (OMS, 2022).